Libros en lengua indígena:
la nueva tendencia editorial
Isela Xospa
El pasado 07 de noviembre de 2020 dio inicio la llamada “Ruta de Lenguas Originarias”1 bajo un discurso que pretende acabar con el racismo y la desigualdad hacia las comunidades indígenas se divulgó en todos los niveles de gobierno, como un acto de justicia por tantos años de aniquilación y abuso. La ruta distribuirá más de 37 mil libros publicados exclusivamente en lenguas indígenas en 400 bibliotecas pertenecientes a la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, un beneficio que al parecer solamente contempla al Estado editor, la academia y la industria editorial pero no a las comunidades indígenas dónde, en muchas de ellas, no hay bibliotecas.
Conocer esos datos nos hace preguntarnos ¿a qué editoriales les compraron las colecciones?, ¿por qué nadie se tomó la molestia de averiguar quiénes, desde las comunidades, producen libros en lengua indígena en el país?, ¿por qué lo que se publica desde los pueblos originarios no fue considerado para ser distribuido?
Como pequeña editorial independiente y autogestiva2, que desde los pueblos originarios de Milpa Alta lleva varios años produciendo libros en lengua indígena, queremos pronunciar nuestro descontento a nombre de nuestra editorial y a nombre de muchos otros proyectos que como el nuestro tienen una larga trayectoria haciendo publicaciones en lengua indígena desde lo local3.
El fenómeno editorial autogestivo lleva un largo camino trazado no sólo en México sino en otras latitudes del mundo y ha sido fuertemente abrazado en las últimas décadas por los pueblos originarios en una suerte de estrategia de registro de saberes, escritura de sus memorias y resistencias.
Somos proyectos editoriales que hemos asumido el rol de llenar un vacío en nuestras comunidades haciendo un registro de nuestra cultura, memoria y demandas. Nos diferenciamos de la industria editorial e independiente pues nuestros ejercicios editoriales buscan otras maneras de ver, hacer, distribuir y entender las publicaciones. Nuestros procesos responden a objetivos muy específicos: la resistencia, postura política y construcción colectiva.
En ese sentido, nos preocupa que a nombre de la “revalorización de la cultura” se presenten discursos y proyectos en los que no estamos incluidos. ¿Acaso los pueblos originarios solamente podemos ser pensados como guardianes de la cultura pero no como sujetos capaces de producir nuestros propios libros y conocimiento?
Se ha destinado presupuesto público para adquirir y distribuir publicaciones en lengua indígena a las bibliotecas públicas del país, entonces, ¿por qué las ediciones que se han hecho desde los pueblos originarios no fueron consideradas y adquiridas para dicho fin?
La adquisición de libros en lengua indígenas para las bibliotecas públicas no es una idea nueva, en países como Estados Unidos, Reino Unido y España existen importantes programas de adquisición de este tipo de publicaciones provenientes de México y otras regiones de Latinoamérica.
En la Biblioteca Pública de Nueva York existe un perfil de trabajo dedicado a la adquisición de libros escritos en lenguas indígenas Mesoamericanas, de ahí la variada existencia de este tipo de publicaciones en su acervo. Por ejemplo, los libros escritos en la variante de la lengua náhuatl y de autores indígenas de Milpa Alta pueden ser encontrados en su totalidad en la red de bibliotecas públicas de Estados Unidos y hasta en otros países del mundo europeo.
La adquisición de libros y colecciones dedicadas a autores y lenguas indígenas siempre serán celebradas pues abren la posibilidad de encuentros, hallazgos y reflexiones en torno a nuestra identidad. Es por la misma razón que muchos de nosotros hacemos edición desde nuestras comunidades, para escribir la historia no oficial de lo que somos, para un ser nosotros sin la tutela del Estado o la academia.
En un país como México, orgulloso de su pasado indígena y de sus 68 lenguas originarias, no existe un proyecto nacional de adquisiciones de libros escritos en estas lenguas para su red de Bibliotecas Públicas sustentado en procesos de investigación, estadísticas, análisis, perfiles de puestos, asignación de presupuesto y la estrategia conjunta de incentivar la creación de publicaciones de este tipo desde los pueblos originarios.
Las estadísticas de producción y comercialización de libros del sector editorial privado (CANIEM, 2017) que indican que del total de los ejemplares producidos en el país el 37% representa los adquiridos por el gobierno para la educación básica, seguido por un 20% de libros de enseñanza inglesa, datos que incluyen las adquisiciones del gobierno para el programa nacional de inglés. Es decir, cerca de un 50% de los ejemplares producidos en el país son adquiridos por el gobierno.
Por su parte, las estadísticas de producción editorial en México de la CANIEM4 que en la gráfica de venta en canales de distribución por temática deja al descubierto una tendencia o círculo vicioso de adquisición de contenidos regida también por el Estado. Se observa, por ejemplo, que el 74% de las adquisiciones del gobierno son de libros de educación básica, seguido por el 15.7% de enseñanza en lengua inglesa y un 4.9% de infantiles, juveniles y didácticos, otorgando mínimos y a veces nulos porcentajes de adquisición a temáticas como las artes (2.1%), ciencias de la tierra (0%), computación (0.1%), literatura (0%), matemáticas y ciencia (0%), entre otros.
Las cifras descubren un claro patrón de temáticas reguladas por el mayor comprador de libros en nuestro país y una clara línea de producción editorial regida por sus adquisiciones y cuya influencia en la producción editorial ha dejado a un lado las propuestas estéticas, culturales y subversivas de los pueblos originarios de nuestro país.
Sin embargo, estamos ante la aparición de una nueva tendencia editorial, empujada por el decenio de las lenguas indígenas, en la que el Estado estará dispuesto a adquirir este tipo de publicaciones y con ello se impulsará el interés de la industria editorial e independiente en sumarse a la producción y venta de contenidos de esta índole.
¿Hacer libros en lengua indígena será la nueva tendencia editorial para a próxima década?, ¿éste es el nuevo tren al que se van a subir la industria editorial y la academia? y si lo hace, ¿lo hará desde una postura política de resistencia y resguardo de los saberes y la memoria de los pueblos?
Resulta preocupante e indignante que los pueblos originarios no estemos incluidos en el ejercicio de llevar publicaciones en lengua indígena a la red de bibliotecas del país, no considerar a las editoriales comunitarias para este proyecto significa excluir los procesos de producción y las aportaciones culturales de las comunidades indígenas.
1 https://www.gob.mx/cultura/prensa/la-secretaria-de-cultura-inicia-la-entrega-de-colecciones-de-libros-en-lenguas-indigenas-en-bibliotecas-publicas-del-pais?idiom=es
2 Ediciones Xospatronik es un proyecto editorial independiente y autogestivo que toma como inspiración la herencia cultural de Milpa Alta Malacateticpac, pueblo originario del sur este de la Ciudad de México. https://xospatronik.com/publicaciones/
3 En la Alcaldía de Milpa Alta exiten dos proyectos de larga trayectoria editorial: Contraviento Atoltecayotl A. C. Que es un proyecto editorial independiente del sureste de la Ciudad de México. Editamos materiales relacionados con la biodiversidad y cultura de los pueblos indígenas, originarios, campesinos y urbanos de México. https://www.facebook.com/edicionesatoltecayotl/?ref=page_internal y Calpulli Tecalco A. C. que es una organización constituida para la investigación y preservación del patrimonio cultural y natural de las culturas indígenas. Su trabajo busca preservar y revitalizar el conocimiento tradicional que los pueblos indígenas del sur de la Cuenca de Anahuac.
https://calpullitecalco.wordpress.com/publicaciones/.
4 CANIEM. Indicadores del sector privado en México 2017. Cámara nacional de la Industria Editorial Mexicana. México, 2017.