La generación del 48 en la literatura dominicana
Se denominó a la generación literaria de la generación histórica de dominicanos
nacidos entre 1924 y 1938.
Sus integrantes, poetas: Luis Alfredo Torres, Lupo Hernández Rueda, Victor Villegas, Alberto Peña Lebrón, Ramón Cifré Navarro, Rafael Valera Benítez y Abel Fernández Mejía partían de los siguientes postulados:
1. La poesía tiene una finalidad: revelar las raíces de la colectividad.
2. Rechazo de la escritura automática de otros procedimientos surrealistas puestos en boga por la Poesía Sorprendida.
3. La literatura debe tener un contenido testimonial, moral, humano; debe estar comprometida con los problemas sociales.
La libertad del sujeto en su manifestación vivencial y la proyección de una evolución simbólica, desde la lengua y sus enunciaciones expresivas, marcaron y marcan una huella metafórica trascendente, lo que sitúa su identidad poética y permite diferenciarla de otros grupos o movimientos literarios nacionales, los Postumistas (1918-1921), los Nuevos (1936), los Independientes del 40 (1940) y de los Sorprendidos (1943-1947). Se trata de un movimiento literario que poetizó su entorno natural, lo hizo imagen y lo puso a estallar en palabras, convertido en novedosas metáforas.
Esta poesía, aunque entroncada con nuestra realidad es al mismo tiempo onírica, consciente, culta y en constante búsqueda de lo humano; poesía en movimiento, que va de lo particular a lo colectivo, de lo intimo al mundo exterior, con una visión optimista y trascendente del hombre.
Con este criterio integral y propio, los poetas del 48 aportan una poesía de testimonio, esencialmente política, que recreando la historia, buscando sus raíces sociológicas, redescubren y afianzan el paisaje nacional, trasmutan en la palabra las realidades en sus dimensiones humanas universales, sin que por ello dejen de ser nuestras realidades específicamente proyectadas.
Se trata de una poesía-mundo, no en la cosmovisión subjetiva de lo etéreo, sino por que “su mundo” tiene nombre, latitud, 48,000 kilómetros cuadrados, migrantes y fronteras.
El mundo poético de la Generación del 48 es un espacio global llamado República Dominicana, en una dialogo poético hacia lo universal. He aquí lo poético desde la tierra en busca de la creación de otros cielos, desde un poema convertido en estrategia de amor y coraje, para convertir la palabra en su estratagema simbólico-estética, en procura de renovar al Ser, lo que es lo mismo, transformar su tiempo y su espacio vital.
Luis Alfredo Torres
EL HOMBRE ACORRALADO
Tocaba puertas,
alzaba manos y papeles,
el corrupto, el miserable,
y hundía su podrida cabeza bajo el sol,
entre las gentes;
pero la ciudad lo negaba por sus pájaros,
el camarero la sonrisa
y era inútil que buscara la compasión, la luz.
Andaba solo por las calles,
retorcía sus manos sudorosas
y miraba con miedo, con temor, a todas partes,
como si de repente fuera a morir asesinado,
como si de repente los ojos de alguien le cegaran.
Entraba a los templos sigiloso,
pero la noche de los muertos le seguía
(la noche trepidante que derribó su orgullo)
y en vano clamó misericordia:
los muros solo respondían.
Y recordaba su altivez
entre las ametralladoras asesinas,
su además cuando los sacrificios, las torturas,
y he aquí lo que los alegres pájaros traían
un rótulo de sangre con su nombre.
Pensar en estas cosas
lo acercaba a los muros,
a las bocas oscuras de no se sabe qué túnel
devorante
y en tanto eran los campos de vida y esperanza
un fugitivo huía, alguien huía,
de espaldas a todas las estrellas.
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Lupo Hernández Rueda
LAS MANOS
Puertas del hombre, manos mías.
Yo estuve allí, en el principio. Estuve allí saltando
entre las ramas del tiempo-
Erecto ya, toqué la piel de Dios que dormía,
flor que se abrió de pronto a mi contacto.
Las manos son mi historia.
Con ellas toqué el cielo, palpé la estrella íntima,
empecé a dialogar con los astro.
Antes que yo pensara, mis manos
ya lo hacían. Antes que yo, guiaron nuestros pasos.
Ellas despiertas despiertan a mi amada.
Hacen cantar su cuerpo.
Son dos árboles tibios
de humanos fantasías.
Las manos fueron mi lenguaje. Son ideas.
Hechos que hablan solos.
Ellos labran la tierra. Tocan sus bordes ciegos,
su cabellera oscura que nos turba.
La manos son futuro.
Cultivan la palabra,
me dan paz, techo, luna.
Manos mías, compañeras,
labradoras
palomas de mi paso,
puertas que tocan la muerte y la destruyen.
Mis manos tienen el tamaño del mundo.
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Victor Villegas
ERAMOS NIÑOS, SIMEÓN
(fragmento)
Eramos niños, Simeón-
El viento bufaba entre los árboles y penetraba
con fuerza en los cabellos.
Después de todo fluía en la quietud,
nacía el agua y sus palomas,
el fuego y sus designios, la casi amarillenta
hora de la tarde.
Eramos como un tronco, como una sola
playa Simeón.
Nunca escribiste en la ceniza suelta una
palabra muda, dolorosa. No había
espacio a la inquietud, al instrumento
de las sombras, al olvido.
Nunca aprendí en las dudas, ni amontoné
distancias, ni como tú, vi noches oscuras
para seguir en paz de la mañanas.
Amor era la voz de siempre, la única voz
derramándose hacia el alma.
Cuantas veces preguntaste: ¿también la noche
durará lo que en la lluvia hacia el silencio
crece íntimo; lo que en la rosa hay de temblor
que sobrecoge e intimida?
Cuantas veces preguntaste: ¿verán siempre
los ojos ese difícil movimiento en las estrellas,
ese entregarse al fin al más puro
contacto con la muerte?
Eramos niños y clavaba la luz su antorcha
en nuestras frentes.
Hubieras regresado en primavera, mas,
tu nave partió sin viento y sin caminos.
Era aquella, Simeón, fecha confusa
de ríos ensombreciéndose, de arañas
socavando el horizonte.
Era, tú lo recuerdas, la misma edad
del niño o la promesa.
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Alberto Peña Lebrón
ANIVERSARIO DEL SILENCIO
(fragmento)
Comenzaré por la completa indiferencia,
por el olvido total, por las cosas comunes al niño y a la autora,
porque para un muriente
no hay rumbo ni distancia,
no hay tiempo ni ternura
ni altura consagrada para cavar la tumba del soldado.
Comenzaré por el caído,
por el lirio, la sombra y este encendido acento del acto modulado,
por la mirada sola detenida en los últimos jirones,
y el grito y el reproche
del ronco maldiciente
que entre la tos y el sueño se debate.
Porque no te conozco,
porque eres imposible a la cosecha,
porque una voz no llega más allá del dolor que la redime
ni el corazón en tres divinos mantos se reparte:
lentamente, desnudo del latido,
comenzaré por el silencio, por el mortal silencio de la piedra.
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Ramón Cifré Navarro
VERDAD A NUESTRA MANO
Gota a gota vamos depositando nuestra pena
en vasijas oscuras y humildes
labradas a sollozos en la frente del tiempo.
Hemos llorado entera la orilla calurosa
y sedienta del olvido,
caminando la congoja que no termina nunca,
llegado alguna vez al aire tibio
que circunda de gozo el nacimiento de los pájaros.
Asistimos a nuestra diaria muerte
de modo imperturbable, con la sola premura
del rumor de la brisa y la mirada
suspensa del amor
como un sonido claro que traduce nuestra misma inocencia.
Hemos cantado la vecindad de los árboles frondosos,
acudido a la vera de las corrientes felices,
levantados sinónimos de luz al margen de la noche
cuya luna distante hace al hombre sediento.
Cargamos la vida triste en la cabeza
desde el primer vagido desconsolado del tubérculo.
Así nos acercamos al callado viento, con paso
equidistante del gozo y la tristeza,
serenados de espuma vacilante y doliente,
perdidos en la claridad que nos tiende la esperanza,
sudorosos en la cerrada habitación de la existencia.
Esto se llama y ha de llamarme vida
en nuestro idioma de colores dispersos.
Toda nación del mundo de este modo coincide
con los trémulas manos, con las primeras hojas,
con las últimas muestras de sangre de la nada.
Esto se llama, quiero que lo recuerdes,
ha de llamarse vida por los siglos de los siglos.
También al amor nuestro
toma hoy la parte que le corresponde la vida.
Basta con decirnos adiós y quitarnos el polvo
del camino andado
y seguir cada uno otro nuevo camino.
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Hernández Rueda, Lupo, (1981), La generación del 48 en la literatura dominicana, Santo Domingo, República Dominicana, UCMM
https://acento.com.do/2018/opinion/8552879-la-generacion-del-48-estetica-sentido-compromiso-ii/
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