Libros UNAM da a luz al poemario Lengua Materna de Yelitza Ruiz

Lengua Materna

Yelitza Ruíz

Libros UNAM sacó la colección El Ala del Tigre, y en ella se encuentra el poemario "Lengua Materna" de la poeta Guerrerense Yelitza Ruíz.

En la contraportada del libro se lee:

En su obra Lengua materna (El Ala del Tigre, núm. 02) aborda las genealogías de la línea sanguínea, la enfermedad, el duelo, el lenguaje, la posible gestación. Sus poemas recorren el paisaje de una pérdida íntima. Al mismo tiempo, vuelcan su atención hacia fuera -hacia las luchas e injusticias del México de hoy- y reflexionan sobre lo que se puede construir, no a pesar de lo perdido sino a través de él.

La poeta y ensayista Yelitza Ruíz nos contestó en exclusiva un par de preguntas relacionadas con su poemario:

¿Este poemario qué fibras toca de ti? 

Es un poemario personal sobre la relación que se teje entre madre e hija, pero también entorno a los cuidados, como a veces los hijos se vuelven padres al cuidar de los padres, como ese diálogo con la sangre es cíclico.

 Y cómo es que conservamos a las abuelas, y a las madres en ese hilo de la herencia que puede estar concentrado en la palabra, en la cocina como nuestra lengua materna

¿Desde que ángulo del mundo escribiste este poemario?

Escribí este libro desde el sujeto político de ser mujer en el mundo con todo lo que eso implica: con los peligros, con las razones, con los ojos. Por eso lengua materna también narra esa invisibilidad histórica de nuestras voces en voces de otras mujeres, y el trance de ser mujer en un país donde se respetan los derechos de dientes para afuera, donde nada de lo liberal no es nuestro mexicano.

Dos poemas de Lengua Materna:

Todo se trata de extraer,

cortar,

lijar,

entrar

y salir de la sala operatoria.

Detrás del cristal que aísla los cuartos

se halla un cuerpo expuesto,

operación a media anestesia

no vaya a ser que el ritmo cardiaco falle.

La carnicería sucede en el quirófano,

nada diferente a lo que pasa en un rastro,

sólo que los puercos corren con más suerte,

mueren y reencarnan en un festín,

y entonces,

valió el periodo de engorda,

el matadero,

el ruido del cuchillo en el afilador.

Con nosotros no pasa lo mismo,

en el matadero nos prolongan la agonía,

la diferencia es que el camino

está pavimentado de fármacos

que vuelven más ricos a otros cerdos.

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Antes de convivía con lo deforme,

otra hechura,

los tumores que saqueaban a los órganos

se escupían a gorgojos,

era como sentir piedras en ambos zapatos,

el dolor de la pisada entumía los otros males.

Estar mal hecho era bien visto.

¿Acaso el cuerpo enfermo es una moda,

una tendencia rentable como la internet

que abona suficiente PIB

para que las farmacias desfilen bajo amparo?

Enfermarse es lo de hoy,

usar justificante médico como boleto VIP

para invadir asientos,

gozar de la palidez

y recurrir a la cámara de bronceado.

Presumir que nuestro Seguro Social

puede pagar drogas más duras.

Tomado de la página de La Razón