Memoria de un huerto con durazneros en flor
Poemas de Tao Yuanming (365 - 427)
Tao Yuanming, también conocido como Tao Qian, considerado el precursor del estilo poético: “campos y jardines” que, más tarde junto al de “agua y montañas”, daría pie a una de las principales corrientes literarias: la poesía paisajística. Dichos géneros tenían como tema la descripción de las montañas, del agua y de los campos y jardines. Son narraciones de preciosos paisajes naturales a través de unas sencillas composiciones, alcanzando armonía entre el contenido y la forma. Las montañas del sur, los pájaros que vuelven a sus nidos, la vida del campo y el sentido de la vida misma están representados en los versos de Tao.
Los poemas del género “campos y jardines” de Tao Yuanming son un maravilloso tesoro que ha legado la historia de la cultura china. Te compartimos cinco poemas de Tao Yuanming, extraídos de su libro Memoria de un huerto con duraznernos en flor:
DE VUELTA AL CAMPO
1
Nunca como los demás,
ya de chico me gustaban las colinas y montañas.
Por un descuido caí en la red del polvo
y rápidos pasaron trece años.
El pájaro en la jaula extraña el bosque,
el pez en el estanque anhela las profundidades.
Desmonté un terreno al sur y vivo rústicamente;
he vuelto a mi tierra.
Tengo unas hectáreas por aquí
con una casita de varias habitaciones,
Olmos y sauces dan sombra en la galería de atrás
y varios durazneros y ciruelos verdean en el jardín del frente.
Lejano, tras la bruma, se divisa un caserío,
el humo de sus chimeneas se ve en lo abierto.
Perros ladran en sendas lejanas y
gallos cantan trepados a los arbustos.
Detrás de mi puerta todo ordenado y limpio
lugar de sobra en mis habitaciones para holgazanear.
Luego de tanto tiempo en la trampa
De vuelta al fin, otra vez en la naturaleza.
* * * * * * *
2
Acá en el campo, poco me relaciono con la gente.
No llegan carros ni caballos a mi pobre camino.
El sol da en la puerta cerrada
y no hay preocupaciones vanas en mis habitaciones vacías.
De vez en cuando, por los serpenteantes senderos
apartando los yuyos crecidos, me cruzo con algún vecino.
En esos encuentros nuestra charla se reduce
a cómo están las moreras o el cáñamo.
Mis cultivos crecen día a día y
se extienden más y más mis sembrados.
Ahora solo temo a heladas y granizo
que pueden arruinarlo todo en una noche.
* * * * * * *
3
Al pie de la montaña del sur planté habas
los yuyos crecieron muy bien, pero mis habas, ¡pocas brotaron!
Madrugo, y paso el día carpiendo los yuyos
acarreando la luna vuelvo con mi azada al hombro.
El sendero es angosto y el yuyal está muy crecido
el rocío del anochecer empapa mis ropas.
No me importa que mis ropas se humedezcan
Me sirve para practicar la No-Contrariedad.
* * * * * * *
4
Tanto tiempo sin vagar por laderas y lagunas,
privado del placer de las colinas y los bañados.
Pero hoy acompañado por hijos y sobrinos
apartando los yuyos, encontramos un caserío abandonado.
Anduvimos por entre unas tumbas,
apenas se reconocía el lugar en donde habían vivido,
quedaban restos de chimeneas y pozos de agua,
restos podridos de moreras y silos de pasto abandonados.
Pregunté a uno que andaba juntando leña:
“¿Dónde fue toda esta gente?”
El leñador me contestó:
“Idos o muertos, no queda nada.”
"En una generación cambia la corte y la gente del mercado".
Tengan por seguro, no es una frase vacía.
La vida humana es como un conjuro, una ilusión,
y al final, todo vuelve a la nada.
* * * * * * *
5
Entristecido, apoyado en mi bastón vuelvo a casa solo
por el intrincado sendero entre los yuyos.
El arroyo de la montaña baja claro y poco profundo,
ahí refresco y lavo mis pies.
Cuelo un poco de vino nuevo
e invito a mi vecino a comer un pollo.
El sol se pone, la habitación se oscurece,
no encendemos lámparas, que las brasas nos iluminen.
Nos invade la alegría, y la noche se vuelve corta,
ya, está otra vez amaneciendo…
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J. M. G., (2013), Tao Yuanming | Memoria de un huerto con durazneros en flor, Tacna, Perú, Sanatorio Ediciones
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