Sobre los daños al acervo literario del zócalo de Tlapa
Jamás albergué la esperanza de que las autoridades del Estado garantizaran el resguardo de este bien colectivo, sin embargo, confiaba en que la sociedad lo hiciera, vaya decepción.
Algunas de mis muchas anécdotas en el Paralibros Tlapa:
Aquí conocí a la maestra Conny Gatica quien me enseñó el sendero de la mediación lectora. (Hoy día, tengo un espacio propio de Sala de Lectura al servicio de los niños de mi comunidad, Amate amarillo).
Con muy poca experiencia, llegué a estar como encargado en el Paralibros Tlapa, en una de esas, me abordó una pareja de policías y mientras se acercaban, iba preparando en mi mente las palabras adecuadas para defenderme, pues creía que me interrogarían y me echarían de ahí (por los estereotipos que el cuerpo de seguridad se ha ganado a pulso), me sorprendí cuando se acercaron y muy amablemente me preguntaron "cuál era la onda del lugar", a lo que les expliqué la labor voluntaria que realizamos los que conformamos el Programa Nacional Salas de Lectura y Paralibros, ya en un ambiente de confianza, el policía comenzó a ojear algunos títulos del acervo, se interesó por uno en específico; "Persona normal", de Ignacio Taibo. Me comentó que quería leer algún libro, pero que debido a las largas jornadas de su trabajo, le quedaba muy poco tiempo para la lectura, afortunadamente, tiempo antes ya había leído Persona normal, por lo que le platiqué en términos generales las aventuras que conllevan leer dicho libro. Me fui muy feliz a casa y a partir de ese acontecimiento, aprendí a mirar a los policías con otros ojos; son personas con historias de vida, sienten, se emocionan. Al final, el poli se decidió a leer Persona normal, sí, los policías también leen.
Más de uno llegó a preguntarme si me dedicaba a vender libros, incluso a la fecha, algunos de los amigos que recibo en casa, al ver mi estante, hacen comentarios como que no sabían que vendiera libros, pues es muy poco común encontrar espacios voluntarios de promoción lectora.
En Paralibros Tlapa, conocí a grandes amantes de los libros, que con el paso del tiempo se fueron integrando como parte de mi círculo de amigos. Entre ellos, Marc, aunque no devuelvan los libros, pero eso es otro cuento, vale más su amistad, ojalá circulen esos libros, menos El de John K. tapa dura, ese, devuélvemelo.
Una vez llegó un estudiante universitario a increparme de forma mecánica con una serie de preguntas con intención de demeritar mi actividad voluntaria, preguntando cosas como: "Cuál era el impacto que hasta entonces había logrado en la sociedad promoviendo libros, sobre qué sector de la población lograba incidir más, mis objetivos, misión, visión, etc.” Bueno, se la perdoné porque era un estudiante del CUPS.
Señores: yo no siento tener ninguna responsabilidad social sobre ninguna comunidad como para trazarme metas y logros, yo simplemente convivo un rato agradable con la gente a través de los libros porque me nace en el alma compartir el gusto por la lectura, crear redes y espacios de diálogo para una cultura de paz. Y como diría un grande de la literatura: «La literatura no debe ser obligatoria. Siempre les aconsejé a mis estudiantes: si un libro los aburre, déjenlo, no lo lean porque es famoso, no lean un libro porque es moderno, no lean un libro porque es antiguo. ... La lectura debe ser una forma de la felicidad».
Foto de portada con permiso de Yisvi Yamin