Un Cosmos de llaves y puertas con patas de puerco y extensiones de medusas y pulpos

Un Cosmos de llaves y puertas con patas de puerco y extensiones de medusas y pulpos

Era un gran tiempo de híbridos

Era una medusa anacrónica

Una rana con sinfónica

En la campechana mental…

Rockdrigo González.

Apenas pude soñar, era todo tan redondo que giraba intensamente, como si observara el desmayo de una hermosa mujer verde-café-turquesa. En el delirio de los gatos grisáceos-azules de raza Rusa o Rumana, me hablaste para dictarme una clase sobre abrigos Neandertales o de índole primitivo. No me aferre a la narración, solo escuche un silencio de susurros ciegos como si me acordara de las pesadillas de cuando tenia 5 años y súbitamente me levantaba de la cama para enfrentar la cruda y aburrida realidad de la primaria escolar, el uniforme caqui, peinarme como militar, hacer uso de zapatos negros de goma e ir a una guerra de competencias estúpidas.

He estado reclinándome en un misterio sin dioses populares, vulgarmente globalizados. Como si todo se relacionara de maneras sutiles, delicadas, innombrables o sin nombre. Esta tan seco el delirio que apenas empezamos a filmar una película sobre el polvo, las tormentas y la fina arena de las dunas. Cuando te conocí, te imagine con peluca, delicada, suave con olor a caballo desbocado, tierno y de sangre verde, como el pasto de tu jardín inventado. Te pude ver imaginariamente el ombligo, el cordón umbilical de un misterio de tintas, colores, abducciones de OVNIS verdes e intensamente fluorescentes, como de neón, con esa sigilosidad y fuerza que tienen los carteles luminosos chinos .

Apenas pude llegar a la calle, empujado o arrojado por una serie de recorridos improvisados, dictados por un cangrejo bigoton y de prominentes cejas que no paraba de hablar moviendo circularmente sus afiladas tenazas. Consumía calamar seco mientras de sus cascarudos pechos colgaban unas grandes bocinas que emitían sonidos de pasajes de un pasado inventado, el mar, el desierto, el delirio de la poesía de los caracoles.

Alguna vez estuve vislumbrando el frio, no lo sentía, como si fuese un espectro. Pero curiosamente sentía al cosmos en una totalidad espectacular. Lloraba, sin soltar lagrimas, lloraba y no paraba de silbar. Como si en el interior tuviera un piano infinito.

II

Por algún motivo en mi mente se estampa la palabra delirio. Como si todos los días practicara un deporte acuático con estampillas de jugadores de baloncesto flotando sobre la superficie de cloro con agua. Cual si todos los días contemplara las rocas salitradas del mar muerto.

Considero a las ventanas como puentes, las aberturas por donde se cuela una luz amarilla de un calamar fresco. La idea es pasar inadvertido, como un detective oculto, sin cámaras, ni grabadoras de audio, cigarrillo o gabardina.

Estos días son inmensos, afilados y con unas grietas en donde la palabra delirio susurra un poema para los pulpos.

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¿Se compone solo para el humano? AWASA. En medio, pensando en medio, a la mitad de un beso de un puerco, entre un intermedio y la cabeza de vaca expuesta en la puerta de una casa de rancho. En la circunferencia de una ciudad agresiva, cruda y delirante que acumula sobre sus dientes: polvo y sangre.

Destrozas el viento, retrocedes, observas que el control destruye cuerpos, observa para vigilar. En esta acumulación de deseos rotos, te pones a recolectar vidrios. Es así, como llegas a pensar que el humano es una faceta de otro animal, vegetal, mineral, hongo o planeta. Aun no puedes atravesar los muros de tu propio miedo. Apenas se comienza a filmar un mini episodio del encuentro entre un pulpo asado y los ojos de una medusa en un plato ovalado de un restaurante griego. Apenas empieza a gritar el Chimpancé OA OA OA OA OA y los humanos exaltados construyen casas-cuevas para proteger algo.

El instinto es un ingrediente ineludible.

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Rastreas hongos en la ciudad y una rata grisácea te la bienvenida, te pone música de cámara y te brinda unos camarones secos marinados con tocino grasosa. Tu solo sonríes como lo hace un vagabundo experimentado, te carcajeas y le haces reclamos a la plana realidad bidimensional y a la lógica binaria. Te haces cada vez mas pequeña, indagando sobre la nostalgia del viejo oeste arrinconado. Rastreas hongos en la ciudad y te sale un pelo de rata en forma de hongo.

III

La calle es tan extensa que se cruza como serpiente mudando de piel y tragando cuanto despistado quede paralizado por un descuido seductor o seductor descuido. A esta calle la bautizaron como Vicente Guerrero, cruza diversas calles y se enrosca en ellas de diversas maneras, millones de automóviles o ranflas cruzan cotidianamente sobre su pavimento color rata, uno que otro transeúnte dividido por la necesidad, los pies o la extraña curiosidad la camina.

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Una vez mas, el pulpo aparece como un acertijo. El sueño se vislumbra como un fondo abisal. La ciudad, los botes de basura, cloacas y mas cloacas, cloacas y mas cloacas. En un ensayo sobre la psicodélia me hundí, y entre pasajes borrosos me sumergí en la depresión de las medusas. Ya no solo es la nostalgia del viejo oeste la que invade la memoria del campo, de la agricultura. ¿Como es posible que en un sitio semi desértico observe fauna marina?

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( Western ,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,, marino )