Todo juego contiene sus propias reglas, generales o particulares, intrínsecas o extrínsecas. Para participar en él se requiere, mínimo, de cierta predisposición, de asumir acuerdos colectivos. No siempre la médula del juego estriba en perder o ganar, esto es tan sólo alguno de los atributos que hacen del juego una guerra, una tregua, la alianza o la conciliación.